viernes, 9 de enero de 2015

¿Acaso no te das cuenta que me duele?.

Es cierto que me encanta su compañía, y no es necesario estar a solas, simplemente con que su sonrisa esté dentro del grupo me basta para que me alegre el día.

Mandé a la mierda mi miedo, sé que necesito estabilidad y no alguien que vuele a tres mil metros de mi, yo no puedo con esos juegos, ya no quiero conquistarte, tampoco quiero obligarte a que me quieras, hay demasiadas ilusiones muertas dentro de mi.

Solo recuerdo que salió detrás mio, siguiendo al drama, lo que menos quise en todo este tiempo es hacerle algo semejante, pero realmente no pude, ya era la cuarta vez que lo veía en esa situación, está vez no fue indiferente, los celos y la incomodidad me abrazaron:

¿Acaso no te das cuenta que me duele?... Su cara reflejó una total confusión, la misma confusión que él provocaba con su inmadurez y tal vez algo de cobardía, 
¿Quieres hablar?, entonces hablemos. Sin darme cuenta de nada, ya estábamos sentados, viéndonos a los ojos, no recuerdo con exactitud lo que le decía, pero sus respuestas están grabadas en mi cabeza, con el mismo dolor de aquella última conversación.

Nunca me demostró tanta debilidad como aquella noche, estaba viendo al Miguel que en todo este tiempo quise conocer, pero nunca se dio la oportunidad de mostrarme quien realmente es, repetía que me conocía bien, y no dudo que así sea, por que siempre fui totalmente trasparente con él, jamás opte por un papel ni una careta, nunca. 
Se me partió el corazón cuando sus ojos empezaban por inundarse, sentí lo mismo cuando vi la foto con su mamá, esa misma tristeza se estaba apoderando de mi, y ahí pude darme cuenta, que sería incapaz de hacerle daño, esa conversación le estaba causando tristeza, de alguna manera que yo hasta ahora no puedo entender.

- Estás tan vulnerable, me dan ganas de abrazarte.
Y a mi también, Jesús.
- ¿Por qué no lo haces?.
Por que no quiero confundirte más.

Y ahí estaba otra vez, poniendo mis sentimientos de lado, preocupándome por él, dispuesto a poner el pecho, así fue, él no podía llorar, no tenía por que hacerlo, y solo lo abracé por unos segundos, hasta que se vaya eso que él sentía.





Él me dio un beso sin nada de importancia, pero yo tontamente sí me la dí.
¿Sabes por qué?.
Por que yo si tengo la capacidad, de querer y quitarme mis miedos.


1 comentario: