Él sabía que yo no esperaba ni quería nada, estaba en mi momento, en el tiempo que solo quería dedicar todo para mi, mi familia, mis amigos, el estudio y mi trabajo.
empecé a vivir sin complicarme la vida, y en realidad me agradaba estar así conmigo mismo, era hora de empezar de una vez, esa es la oportunidad que tenemos algunos, cuando cerramos etapas.
Mi idea de no tener nada que se le parezca a una relación la tenía clarísima, y él la respetaba. Las llamada de madrugada se hacían constantes, se iba formando la rutina, me gustaba ver la luz verde del celular por que sabía que era él, sí, le puse mi color favorito a sus llamadas.
El simple hecho de hablar con él, cambiaba todo mi en mi, todo se reflejaba en mi sonrisa, sonrisas que él iba robándome sin darme cuenta. Asumo que irradiaba felicidad que ciertas personas notaban eso, ya era demasiado para mi, hay ciertas cosas que no se pueden ocultar.
Mi insomnio iba tomando nombre propio, realmente estaba aceptando que algo pasaba con él, claramente esa no era una opción para mi, tenía muchas cosas por hacer estando solo.
Confesó que quería conocerme, ir al cine, comer o tomar algo, ¿Eso era una cita?, pues si Jesús, lo era. Insistía demasiado, yo había dejado claro que de la friend zone no iba a pasar, no debía pasar, el asentía y yo rápidamente le cambia el tema.
Su insistencia no quedó ahí, realmente iba en serio, quería conocer al chico con quien hablaba todas las madrugadas, y yo en su lugar, también exigiría lo mismo. No sé cuantas veces me negué a salir, hasta que no sé como me ganó.
Sentía una especie de miedo por mi cuerpo, sabía que algo podría salir mal, aun así con todo y miedo quedamos en conocernos...