Los mejores regalos que me encantaban, eran los que él hacia con sus manos, las rositas en hojas de colores, las notas que expresaban lo que sentía, los cupones de besos que solo los podía reclamar en mi habitación, los llaveros que me hacía, las pulseras, más que cualquier otra cosa, esos detalles me hacían muy feliz, pero hay uno en especial, que aun guardo conmigo, la promesa que hasta el día de hoy la cumplo, me es un poco difícil eh!...
Tenía dos pititas de colores que van como pulseras en la muñeca o en el tobillo, le comenté que no me la ponga, que mejor la amarro con mi llavero, por qué tenía un par de esos y siempre se me han caído, me lanzó una sonrisa, y me pidió que guarde silencio, asentí mientras amarraba la pitita..
Prométeme que por más que discutamos, nos peleemos, así no nos veamos, así ya no forme parte de tu vida, así me odies Chus, por nada del mundo te la quites, ni cortes esto... ¿Porqué? - preguntaba sorprendido, confundido, pensaba que se venía lo peor...
Por que dicen que si amas a una persona, si es realmente amor lo que sientes por esa persona, la pitita no se caerá siempre estará contigo, y si no es amor, simplemente ya no la tendrás contigo, es por eso quiero que me prometas, que no harás nada malo con esa pitita, ¿ya?, le dí un beso y prometí no hacer nada tonto, mientras yo hacía lo propio con la otra pitita, agarrándosela en el tobillo izquierdo, me dio un beso, sellando la promesa que terminábamos de hacer.
Si sigo enamorado o no, aun no lo sé, solo sé que la promesa aun sigue en mi tobillo.
¿Será esa mi respuesta?