Una noche fría, una taza de café bien cargado y un par de
cigarrillos hacían entrar en calor su cuerpo, el reproductor de música trataba de aliviar el peso
que sentía, el pequeño y sus mismas inquietudes de siempre, con la misma
intensidad de su inseguridad, por qué
hacer las mismas preguntas, sabía que cansaba y aburría hacerlas, pero por qué
insistir, sí casi siempre fueron las mismas respuestas, nunca variaron, tal ves
esas respuestas vacías, eran las causantes de volverlas a cuestionar, no podía
esperar nada de un ser egoísta, de un ser que no podía entregar absolutamente
nada por nadie, ni siquiera respuestas vacías camufladas con palabras
cariñosas, error es esperar que el interrogatorio cambie, y lo más importante
esperar una respuesta que tenga sentido y sobre todo lleno de sinceridad.
En está oportunidad la costumbre le ganó al amor.